Después de tanta luchas, guerras y revoluciones nos merecíamos ya, queridas birlochas, unos días de diversión y locura. Así que nos hemos trasladado al efervescente París de la Belle Époque para conocer a algunos de esos artistas que ruedan y viven y pintan y escriben y fotografían y hacen tantas cosas maravillosas, excéntricas y provocadoras.
Lo primero que hemos hecho tras observar este ambiente chispeante es transformarnos nosotros en artistas de vanguardia, sobre todo después de leer y comentar en clase algunos manifiestos como el de los futuristas, dadaístas y surrealistas (Tres manifiestos 3).
Para llevar a cabo esta metamorfosis, nos hemos dado cuenta de que necesitamos también nuestro propio manifiesto que nos aglutine como grupo y que muestre la manera como entendemos el arte, la vida, las relaciones con los demás, las relaciones entre nosotros etc. Es por eso que nos hemos ubicado geográficamente en París y además hemos elegido la fecha en la que nos situaríamos temporalmente: 1915.
Unos preferíais ser primos hermanos de los futuristas y trasladaros a 1909 para ser los primeros; otros, por el contrario, queríais surgir después del manifiesto de los surrealistas y centraros en 1925 porque así ya habría más información de qué era esto de las vanguardias. Al final ha triunfado el grupo que defendía que ni al principio ni al final, en mitad de la ola vanguardista porque según vosotros a los últimos no se les recuerda y los primeros tienen que romper con demasiadas cosas al principio. 1915 ha triunfado.
Nuestra base de operaciones ha sido el Café de Flore, en pleno Boulevard Saint-Germain, lugar frecuentado por dadaístas y surrealistas como Apollinaire o André Breton.
Una vez sumergidos en la lectura y comentarios varios de algunos manifiestos, no dábais crédito a lo que veían y leían vuestros ojos, de hecho habéis llegado a decir: ¡Pero qué paranoia es esto de las vanguardias! Otras birlochas habéis comentado que os recordaban algunos puntos de estos escritos a los románticos con los que ya estuvimos, sobre todo en cuestiones tales como la ruptura de reglas, “el ser antinormas” y mostrarse todos ellos con tanta frecuencia contra la sociedad, contra el arte, contra lo establecido, es decir, contra todo. Uno de vosotros, Manuel, ha preguntado si había alguna relación entre todo esto y algunas tribus urbanas que aparecerán en los siglos XX y XXI como los steampunks, ciberpunks o los mismos punkis (tengo que decir que me ha encantado esta pregunta y la sucesión de aportaciones que hemos hecho entre todos, incluído el comentario de Huse sobre la peli La invención de Hugo).
Antes de empezar a elaborar nuestra declaración de intenciones conjunta, teníamos que bautizar nuestra vanguardia o ismo. Como no podía ser de otra manera ya tenemos nombre, aportado por Antonio Manuel, y con el que hemos estado de acuerdo: somos los birlochistas, fundadores del birlochismo y aquí está nuestro manifiesto compartido en el que también hemos querido jugar con las palabras, las ideas, los deseos y las imágenes :-):
Y por supuesto, un poco de jazz para ambientar todo esto con el gran Benny Goodman ¡Vamos que nos vamosss!